Los círculos de Goseck en la región alemana de Sajonia-Anhalt se han hecho famosos por el disco celeste de Nebra, que fue encontrado a unos cuantos kilómetros de distancia, y recuperado hace unos años por el estado Alemán tras una detectivesca trama. El disco celeste de Nebra es una deslumbrante muestra de que los pobladores europeos del segundo y primer milenio antes de Cristo poseían unos conocimientos astronómicos considerablemente avanzados.
Mientras parece clara la interpretación de un objeto tan relevante como el disco de Nebra, la interpretación sobre la función de los círculos no es clara del todo. Existen más de cientoveinte círculos en el centro de Europa, desde el Baviera hasta la República Checa y Eslovaquia pasando por Austria. Recientes investigaciones parecen robustecer la hipótesis de un posible uso como calendario astronómico, señalando los solsticios y equinocios, y a su vez como lugar de reunión.
Son construcciones monumentales similares a la famosa Stonehenge, pero sin megalitos, y claramente más antiguas. Su construcción data del mediados del quinto milenio antes de Cristo, algunos incluso de épocas tan remotas como un sexto milenio antes de Cristo, con el comienzo del neolítico Danubiano y la cerámica de bandas, una cultura que abarcó durante un tiempo la zona donde se encuentran los círculos.
Los círculos presentan relaciones geométricas entre sus círculos concéntricos, además de fosos y puntos sobresalientes en los cículos. Se cree que sobre los círculos se erigían palos conformando una pared circular con señales en los puntos importantes que servían para la identificación de los cambios de estaciones y quizás algún evento astronómico.
Uno de estos círculos es el círculo Glaubendorf 2, a unos cincuenta kilómetros al norte de Viena, en la región austriaca de Baja Austria. Estos círculos fueron reconstruidos para una exposición en el 2005, aunque luego fue desmontado otra vez, y las fotos de entonces proporcionan una buena idea de cómo pudieron ser esos enclaves.
El complejo, hoy, como la mayoría, está claramente hundido en milenios de argricultura y erosión. Tras la exposición del 2005 ahora queda poco más que unos palos puestos recientemente marcando ciertos puntos de los círculos y unas fosas circulares difíciles de indentificar.
Pero pasados unos sietemil años desde su construcción, uno puede imaginar la relación de aquellas personas con su tierra y su cielo. Los bosques de Baja Austria son oscuros como el cielo de la noche y la tierra es fértil y con un aura de misticismo, que se la proporciona el hecho de que uno sea capaz de encontrar amatistas cavando en ciertos lugares rocosos sin excesivo esfuerzo.
En cualquier caso, la imagen popular de los antiguos pobladores de Europa como bárbaros guerreros es algo que hay que desterrar completamente y honrar a los que nos han precedido estudiando y amando el cielo, y la tierra bajo él.
Hace 9 meses
1 comentario:
es impresionante como dia a dia descubrimos que nuestros antepasados eran habiles observadores de su entorno, y ahora simplemente estamos encallados, y no vemos mas alla de nuestras propias narices...
que buena aportacion .. me encanto este post...!!
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