Lo extraordinario y lo místico tienen una raíz común. Extraordinario es aquello fuera del orden, o regla natural, y lo místico incluye misterio o una razón oculta. La física intenta hacer salir a la superficie la razón oculta de las cosas, y la busca en fenómenos que sin duda consideramos extraordinarios, al encontrarse la mayoría de ellos más allá de la experiencia cotidiana. Se trata de un descubrimiento de lo oculto, una desvelación, o revelación, como la manifestación de la verdad oculta.
La actividad de la ciencia física se convierte así en algo que nos pone frente a frente con el misterio más profundo del universo. Albert Einstein decía “sostengo que el sentimiento cósmico religioso constituye la más fuerte y noble motivación de la investigación científica” (véase http://www.geocities.com/alschairn/einstein/einstein.htm), entendiendo el concepto de misticismo más allá de lo meramente religioso tal y como se entiende o suele entender hoy.
Hace un par de días he tenido ocasión de ayudar a preparar, y observar luego - en el marco de una actividad no-profesional - el experimento de la doble ranura con láser. Un láser de luz polarizada, digamos en dirección vertical z, es lanzado y separado en dos rayos por un “beam splitter”. Estos rayos luego se hacen confluir y se observan sobre una pantalla. El experimento de la doble ranura es trivial en ese marco “clásico”, ya que en la pantalla hay un patrón de interferencia si hay dos rayos que confluyen, y no la hay si se tapa uno de los caminos y queda sólo un rayo (se ve un punto de un sólo láser).
Pero la realidad es extremadamente sublime y sobre todo el siglo pasado nos ha mostrado que trasciende los intentos de adaptarla a los razonamientos que emergen de la experiencia cotidiana. Uno puede bloquear uno de los caminos con un polarizador en dirección x, y en el otro camino poner un polarizador en dirección z. Si no se hace nada más, ocurre que tras la zona de confluencia de ambos rayos no hay interferencia, al quedar un camino tapado (el del polarizador en x) y el otro no (el del polarizador en z). Sin embargo, si luego se pone un polarizador a 45° (45° de ángulo entre x - z), tras la zona de confluencia y delante de la pantalla el resultado es que hay interferencia. Esto es increíble desde el punto de vista clásico y difícil de digerir, aún cuando uno lo espera según la teoría cuántica. Este experimento se denomina “quantum eraser”.
Con toda la modestia del mundo puedo asegurar que para mí algo así es como lo que para el montañero es alcanzar la cima, o para algunos hombres bailar alrededor del fuego, o incluso para otros la aparición de la Virgen; una experiencia profunda sobre un nivel de lo real que está más allá de nuestra vida cotidiana y nos pone ante el abismo de una realidad mucho mas vasta de lo que nunca podremos imaginar.
Hace 9 meses
1 comentario:
Publicar un comentario